lunes, 22 de junio de 2009

COMENZANDO LA SEMANA EN SUECIA


texto y foto: Francisco Montes



El lunes es un día odiado por muchos. Comienza una nueva semana, jornadas muy extensas para quienes trabajan, y en mi caso tareas y responsabilidades académicas por cumplir en la recta final del semestre.

Luego de asistir a clases mañana y tarde –la rutina de siempre- el primer día de la semana no concluyó. Eran las 18:30 horas y aún restaba dirigirme a las oficinas de Telecanal, en Tobalaba, para entrevistar a Marcelo Zunino, un ex futbolista y actualmente concejal por la comuna de La Florida.

Al menos cumplí exitosamente con mi labor periodística. Sin embargo, eso no era todo. Faltaba caminar hasta el Barrio Suecia, convertirme en fotógrafo y capturar imágenes para otro trabajo. Misión cumplida también.

Pese a la larga jornada, no me quejo. Prefiero disfrutar de la vida ajetreada de periodista a estar sentado 10 horas en una oficina, eso sí que no lo soportaría.

19:30 horas. Cuando iba en dirección a mi casa, paré en la esquina de Avenida Providencia con Suecia. Pensé, prendí un cigarro y me di cuenta que no estaba tan cansado. Me situaba en un lugar donde hay diversión toda la semana, un epicentro del carrete capitalino. Quizás acordarme de todo eso logró darme un segundo aire y nuevas energías.

Me pregunte: “¿Qué puedo hacer?”, mientras el movimiento de autos y personas no cesaba. No medité mucho y volví a caminar por Suecia, lugar que frecuentaba cuando no sobrepasaba los 19 años y en el que no correteaba hace mucho tiempo.

Pero era lunes, lo había olvidado. Mientras circulaba con tranquilidad por el barrio, me di cuenta que todo funcionaba a media máquina. La mayoría de los locales permanecían cerrados, y los que estaban abiertos -cinco aproximadamente- no llenaban su capacidad. Es más, el público sólo estaba compuesto por oficinistas y uno que otro extranjero disfrutando las bondades de Santiago.

Lo positivo de la situación es que la oferta de comida y de tragos era tentadora. Mucha promoción 2x1 abre el apetito de cualquiera, ese fue mi caso.

Eso sí, seguí recorriendo. Cruce hasta General Holley, de manera imprudente entre los autos que esperaban la luz verde para seguir su trayecto.

La idea era ver si encontraba un lugar más “prendido” para entrar, pero nada. El panorama era similar a Suecia: cuatro o cinco locales abiertos y el resto sin actividad.

En ese momento un grupo de adultos conversaba en evidente estado de ebriedad, para ellos sí que parecía día sábado y no lunes. Estaban tan alegres que siguieron su jornada entrando al Lucas Bar, el conocido club nocturno. ¡Qué bonito! Me imagino que sus esposas o pololas, si es que tienen, estarían felices de leer éste relato.

En fin. Mi estómago sonaba y la sed crecía. No quedaba más que entrar a algún antro. El elegido fue el “Santo Secreto”. Las mesas de afuera estaban solas, pero traté de ser optimista y pensar que sólo por el frío reinante en la capital.

La verdad es que dentro del pub había una cantidad aceptable de personas. Harto oriental y brasileños disfrutando de una buena cerveza y piscolas. Me acerqué a la barra con el fin de comprar una cerveza y acompañarla con papas fritas o algún sándwich. Lo malo es que no tenían panes, así que no quedó otra que tomar cerveza.

Como estaba solo, me quedé en la barra conversando una que otra estupidez con el barman. Quizás lo más interesante es que me confirmó que el Barrio Suecia estaba muerto, que muy poca gente llegaba y que a los empresarios apenas les alcanzaba para recuperar lo invertido. Una pena.

Tras cerca de 15 minutos conversando me fui del lugar. La cerveza se había acabado y tenía hambre, además ya era tarde y no tenía sentido seguir en ese lugar tan fome, más si andaba solo.

Finalmente entré al “Dominó” ubicado en Suecia con Providencia. Un contundente italiano logró acabar con mi dolor de estómago.

Al salir del restaurante la sensación térmica era muy baja. Ya era tiempo de abandonar el cada vez más aburrido Barrio Suecia y tomar el bus del Transantiago que me llevaría al sector poniente hasta mi casa.

Lo único rescatable de mi recorrido accidental de día lunes por los bares de dicho lugar –pues sólo iba por unas fotos para la tarea del profesor- es que sirvió para bajar las tensiones de un día agotador.

lunes, 25 de mayo de 2009

EL OCASO DEL EPICENTRO DEL CARRETE



Tráfico de drogas, prostitución y delincuencia hacen que uno de los lugares emblemáticos de la bohemia santiaguina esté a punto de desaparecer.

Por Francisco Montes



1 de agosto del 2007: La Municipalidad de Providencia presenta una querella criminal contra los tres responsables de la muerte –en un confuso incidente- de un joven que se divertía en un pub del Barrio Suecia. El hombre falleció tras de recibir un certero disparo.

13 de febrero del 2009: Dos parejas protagonizan una balacera, dejando un saldo de cinco personas heridas. El hecho ocurrió en las afueras del pub Green Bull, luego que las mujeres fueran expulsadas del local por participar en una riña, prometiendo volver para vengarse. Los involucrados fueron detenidos. En el auto en que se movilizaban se encontraron armas de fuego y gran cantidad de papelillos de cocaína y marihuana.

Los casos anteriores son sólo dos muestras de los múltiples acontecimientos delictivos ocurridos en el conocido Barrio Suecia.

Ubicado en pleno corazón de la comuna de Providencia, este lugar se ha convertido en uno de los sectores más conflictivos de la comuna, llegando a ser calificado como un verdadero “cáncer” por los vecinos del lugar.

Gabriela León es vecina del barrio y vive hace 20 años en el sector sur de la calle Suecia. Un lugar más residencial, pero no por eso más tranquilo. “Cuando termina el carrete, algunos jóvenes pasan gritando, botan basura, hacen sus necesidades en el primer lugar que encuentran, entre otras cosas. Además las peleas son frecuentes, y para qué decir del tráfico de drogas y la prostitución. La verdad es que estamos aburridos de la situación”, dice con molestia.

Quejas que, según ella, no han sido solucionadas por la autoridad comunal. “Hemos acudido muchas veces, hemos enviado cartas. El Alcalde Cristián Labbé dice que están actuando contra los vicios del barrio, pero nosotros notamos todo igual”, agrega León.

Ricos y Famosos

Corrían los primeros años de la década de los 90. Suecia, General Holley y Bucarest eran las calles del epicentro del carrete Santiaguino. Claro, allí estaba lo más selecto, lo más top y lo más fashion.

Desde todas las comunas del “Gran Santiago” llegaban jóvenes y adultos con la idea de pasar un momento agradable y, porque no, carretear donde estaban los rostros de la televisión, deportistas de elite, modelos, etc.

Cómo olvidar el inicio de los carretes de Marcelo Ríos; las apariciones de Sebastián Keitel, que en aquellos años era considerado “el blanco más rápido del mundo”; los primeros pasos de las gemelas campos cuando eran dos hermanitas inseparables. El “Jet Set” criollo estaba presente de miércoles a sábado.

Uno de los lugares más famosos de la vida bohemia de Suecia fue el “Entrenegros”. Nació a fines de los 80 de la mano de dos socios: Miguel Piñera, “El “Negro”, y Miguel Esbir, más conocido como “Miguelo”.

Un negocio exitoso, sin dudas, pero que con el paso de los años dio origen a rumores que vinculaban al local con prácticas prohibidas tales como la prostitución y el tráfico de drogas.

“Lo que pasó es que el local se hizo muy popular. Comenzó a llegar gente famosa y las miradas se centraron en nosotros, porque le dimos fama a la calle Suecia. Fue ahí cuando empezaron a llegar personas que quisieron hacer negocios ilegales, metiéndose en un lugar como Entrenegros. En un principio desconocíamos la situación, hasta que se supo de hechos concretos por la prensa que confirmaban la presencia de traficantes que merodeaban el barrio. Pero te repito que Entrenegros no tuvo nada que ver con lo que pasó en los años posteriores”, recuerda Miguel Esbir sobre aquellos años de gloria, que ya no son tales, pues hubo intentos posteriores por volver a hacer negocios en la calle Suecia, pero todos fracasaron.


La triste realidad

Plaza Ñuñoa, Plaza San Enrique y Barrio Bellavista, entre otros, surgen como las alternativas predilectas para los viudos del Barrio Suecia. Es en estos lugares donde se desarrolla la vida nocturna de la capital.

De fama, poco y nada. De flashes y cámaras de televisión, ni hablar, excepto si hay algún nuevo escándalo vinculado a la delincuencia.

Actualmente el Barrio Suecia lucha por sobrevivir. Muchos locales nocturnos han cerrado y los grandes empresarios del carrete han decidido buscar nuevos sectores donde hacer negocios, lugares no estigmatizados como el ubicado en Providencia.

La actividad económica se desarrolla más en el día que en la noche. Son los oficinistas y los extranjeros los que le dan vida a Suecia, pero más por los restaurantes que por ir a bailar.

Para las autoridades comunales, el lugar tiene su futuro pronosticado. La venta de drogas, la prostitución y la delincuencia han movilizado a Cristián Labbé, Alcalde de Providencia, quien quiere revertir la situación que afecta a los vecinos.

Ya en 2006 se hablaba de cambios en el Barrio Suecia. Medidas que se concretaron con la promulgación del nuevo Plan Regulador de Providencia 2007 por un decreto alcaldicio.

“En el texto se restringen las patentes de discoteque, incluyendo mayor dotación policial y fiscalización exhaustiva en el perímetro de las calles Suecia, Bucarest, Andrés Bellos, Providencia y Santa Magdalena. Hemos decidido optar por nuestros vecinos. Es un hecho que el Barrio Suecia desaparecerá y tendrá giro”, dice la Concejal y miembro de la Comisión de Patentes de Alcoholes, Pilar Cruz Hurtado.

La nueva cara del Barrio Suecia es la futura construcción de un centro de negocios con edificios en altura y espacios públicos. La idea es darle valor a los terrenos y crear mayor actividad comercial.

Un proyecto que tiene felices a los vecinos, y donde no habrá espacio para la vida nocturna que tantos malos ratos ocasionó.